lunes, 15 de septiembre de 2014

"Y a ti, Madre, una espada de dolor te atravesará el corazón..." (Lucas 2, 35)

En el catolicismo, una advocación mariana es una alusión mística relativa a apariciones, dones o atributos de la Virgen María. La Iglesia Católica reconoce innumerables advocaciones en torno a la figura de la madre de Jesús, a las cuales se rinde culto de diversas maneras.
Existen dos tipos de advocaciones: las de carácter místico, relativas a dones, misterios, etc… o fenómenos taumatúrgicos de la Virgen (realización de milagros o hechos extraordinarios y prodigiosos), como la Anunciación, la Asunción, la Presentación, etc

Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos puntos de la geografía española, así como la hispanoamericana.  Esta celebración recuerda los dolores que sufrió la Madre de Jesús, sobre todo el día de la Pasión y muerte de su Hijo, dolores que fueron profetizados por el anciano Simeón, cuando en el templo de Jerusalén dijo a María que una espada le traspasaría el corazón ( Lc 2, 32-35).


La piedad ha representado a la Virgen Dolorosa con un corazón traspasado por siete espadas que simbolizan otros tantos dolores de María, y hasta hace pocos años esta conmemoración se denominaba "Los siete dolores de la Virgen María".

  • 1º. La profecía de Simeón (Lc. 2, 22-35) Al presentar a Jesús en el templo, la profecía del anciano Simeón te sumergió en profundo dolor al oírle decir: “Este Niño está puesto para ruina y resurrección de muchos de Israel, y una espada traspasará tu alma”. De este modo quiso el Señor mezclar tu gozo con tan triste recuerdo.
  • 2º. La persecución de Herodes y la huida a Egipto (Mt. 2, 13-15) ¡Oh Virgen querida!, quiero acompañarte en las fatigas, trabajos y sobresaltos que sufriste al huir a Egipto en compañía de San José para poner a salvo la vida del Niño Dios.
  • 3º. Jesús perdido en el Templo, por tres días (Lc. 2, 41-50) ¡Virgen Inmaculada! ¿Quién podrá pasar y calcular el tormento que ocasionó la pérdida de Jesús y las lágrimas derramadas en aquellos tres largos días? Déjame, Virgen mía, que yo las recoja, las guarde en mi corazón y me sirva de holocausto y agradecimiento para contigo.
  • 4º. María encuentra a Jesús, cargado con la Cruz (Vía Crucis, 4.ª estación) Verdaderamente, calle de la amargura fue aquella en que encontraste a Jesús tan sucio, afeado y desgarrado, cargado con la cruz que se hizo responsable de todos los pecados de los hombres, cometidos y por cometer. ¡Pobre Madre! Quiero consolarte enjugando tus lágrimas con mi amor.
  • 5º. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor (Jn. 19, 17-30) María, Reina de los mártires, el dolor y el amor son la fuerza que los lleva tras Jesús, ¡qué horrible tormento al contemplar la crueldad de aquellos esbirros del infierno traspasando con duros clavos los pies y manos del salvador! Todo lo sufriste por mi amor. Gracias, Madre mía, gracias.
  • 6º. María recibe a Jesús bajado de la Cruz (Mc. 15, 42-46) Jesús muerto en brazos de María. ¿Qué sentías Madre? ¿Recordabas cuando Él era pequeño y lo acurrucabas en tus brazos?. Por este dolor te pido, Madre mía, morir entre tus brazos.
  • 7º. La sepultura de Jesús (Jn. 19, 38-42) Acompañas a tu Hijo al sepulcro y debes dejarlo allí, solo. Ahora tu dolor aumenta, tienes que volver entre los hombres, los que te hemos matado al Hijo, porque Él murió por todos nuestros pecados. Y Tú nos perdonas y nos amas. Madre mía perdón, misericordia.
Manuel Melgar Durán