
El sentido de nuestra existencia es confrontarnos con Jesucristo, con su evangelio, con su proyecto de amor para nosotros. Y esa confrontación sucederá en el "último día". Es decir, nuestra historia tiene un final, y en ese final se nos examinará... de amor. Es lo que nos dice el evangelio de hoy: el juicio al final de la historia, en la que el Hijo del hombre separará las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Sedientos, extranjeros, desnudos, enfermos, encarcelados... estas personas que en apariencia están al margen de la historia son el lugar privilegiado para encontrar a Jesús y nuestro comportamiento con ellas se convertirá en el criterio último que determinará el futuro de nuestras almas.
Aún estamos a tiempo de cambiar nuestra historia. Basta que hagamos un compromiso de caridad desde nuestro propio amor a Jesucristo. Practica el bien identificándote con el prójimo que sufre, porque en él está Jesucristo. Quien ama al hermano nada tiene que temer.
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